Después
de los anuncios desde Miraflores para terminar de hundir la economía
y con ella a todos los venezolanos, el Banco Central de Venezuela, sacó el conejo del sombrero y al fin divulgó lo que es obligatorio y
se esperaba sobre la monumental inflación del 2015, información
retenida estúpidamente, quizás por miedo a las reacciones.
Lo
más resaltante es la cifra inflacionaria acumulada de 180,5% y el
producto interno bruto que se contrajo 5,7%, según el organismo
emisor. El rubro de Alimentos y Bebidas no alcohólicas fue el que
más se disparó en el último año. Según el BCV, el precio de los
alimentos subió 42,2% en los últimos cuatro meses de 2015. El
estado quedó quebrado por mal administrador.
Pero
ahora enfrentamos otro revolcón de precios que, nuevamente hace
ruido dentro del circulo vicioso donde giramos todos, referente al
“chucuto” salario mínimo, superado por un bono de alimentación
y una devaluación del bolívar a toda marcha. Lo del bono de
alimentación es la jugada psíquica para el pueblo, muy apropiada
para el régimen para evadir pasivos laborales, sin beneficios para
la masa trabajadora en el futuro. Somos ciegos, guiados por ciegos.
Han
hecho vivir al pueblo de ilusión óptica y mental, igual con el
anunciado salario chucuto, de efecto apaciguador, por poco tiempo
porque quedará diluido en sal y agua. La calle, aunque lo quieran
disimular, disfrazar y detener, esa calle está caliente y no hay
fuerza que contenga el malestar estomacal y la locura que existe en
la gente para enfrentar el hambre. Por esto y por lo que ha sucedido
en años anteriores, es una realidad la disidencia revolucionaria.
Se
hacen los locos y habría que recordarle al régimen, entre otras
cosas, que desde el 2014 se hizo una solicitud de Tipo de Cambio de
flotación para el Puerto Libre de la isla de Margarita, y hasta el
momento no hay respuestas para echar adelante lo que es la principal
entrada económica de la región para generar empleos.
No
hay una comunidad, de los once municipios que integran el territorio
insular, que no se esté
quejando en este momento. Es
insólito tener que
levantar
la voz para protestar por algo
tan vital como el
agua, que
desde
hace meses mantiene
en profunda sequía a los habitantes,
al
igual que por
alimentos
e incluso las fallas permanentes de los accesorios que utilizan los
niños para sus cuidados higiénicos ¿Dónde
está
el humanismo que predican los funcionarios del gobierno? Los
pescadores viven azotados por el hampa porque les roban los
implementos para sus faenas diarias. ¿Por
qué el gobernador del estado no da la cara?
El
agua para el consumo humano, cuando llega, no se puede utilizar por
el color turbio saliendo por los grifos, mientras que un botellón de
agua pasó de 220 bolívares falsos a 400 bolívares más falsos y
nadie está seguro que el agua embotellada sea verdaderamente
potable, ¡es que nos quieren matar a todos!
Los
venezolanos ya hemos conocido y practicado todas las técnicas,
rituales y ejercicios para enfrentar la crisis, desde el yoga,
deportes y retiros espirituales, hasta contemplación de la
naturaleza, acompañado de alaridos para sacar la rabia del espíritu.
Sin embargo, la inflación revolucionaria nos sigue devorando el
bolsillo y la existencia.
¿Qué
hace
el mandatario de
Miraflores
ante
tanto drama?,
¡hasta
cuándo vas a seguir atacando a los venezolanos!
¿Seguirá
durmiendo como un bebé?, ¿sin
trasnocho ante la aguda crisis que ha provocado? Hay algo cierto, los
que gobiernan de manera desproporcionada terminan mal, muy mal, sin
nada. Me
recuerda a una
empleada doméstica torpe que cometía
errores, uno tras otro, y por falta de una sustituta se aguantaba,
pero llegado el momento la paciencia y consideración se acaba y hubo
que despedirla. De igual manera pasa con una persona que funge como
jefe de estado y
peor sino
“calza” en esa designación.
Estamos
de acuerdo en que el pueblo se equivocó, hubo trampas, nos metieron
gato por liebre hasta por dudosa nacionalidad, pero cualquier
argumento ya es el capítulo en sus últimos finales. El asunto no
está como para ganarse un Oscar y mucho menos el Nobel de La Paz.
Los venezolanos somos celosos de nuestro suelo, ciudadanía y
soberanía. A pesar de las circunstancias, hemos demostrado al mundo
que somos únicos, especiales y tenemos resistencia.
Esta
historia se está acabando y no hay diferimiento, cada venezolano
conoce y sabe lo que tiene que hacer al momento de buscar lo que nos
están arrebatando. No obstante, saben los venezolanos de ese paso
que el régimen espera, lo usarían a su favor para quedar como
víctimas y poder huir sin pagarle a la justicia todos los desatinos
cometidos. Los hechos no se van a poder cambiar y el sorpresivo
desenlace es el adecuado para un final de película de acción...The
End.
@susanamorffe
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