Hemos pasado por todo tipo de degradación humana, creíamos haber visto lo insólito y enfrentamos nuevas atrocidades. Nuestra sociedad se desenvuelve en medio de locuras continuas y día tras día se estrenan formas de ataque, entre unos y otros, rayando con el fanatismo.
La hermandad en el siglo presente no existe, cada quien “jala” para su lado y lo que se mueve es la eliminación de uno por otro, muchas veces sin la intervención policial. Esas ejecuciones se hacían anteriormente de manera oculta, por venganza en casos de violaciones a menores, pero debido a la impunidad reinante en el país y la ambición de tener poder material a toda costa, se aplica a título personal. Hasta esos extremos nos ha llevado la crisis.
El fanatismo se identifica con el apasionamiento, entusiasmo, exacerbación, exaltación, fervor, fogosidad tolerancia, intransigencia, obstinación. Es en realidad nuestra historia actual y si la combinamos con factores ideológicos y políticos, los resultados son más desastrosos.
¡Dios nos libre de caer en las manos de un fanático! Ambas palabras, Dios y fanatismo, se inscriben en historias milenarias en el nombre de Dios. Y resulta que la palabra celoso es de origen griego y significa fanático. De manera que de épocas remotas se aplica el fanatismo religioso y político. Ambos, han sacrificado a seres humanos por apasionamiento, creencias u opiniones.
De no ser así, hoy cómo se explica la actuación de una multitud cuando golpearon y quemaron vivo a un presunto delincuente que intentó robar una unidad de transporte público. A la vista de todos los que se desplazaban sin el menor asombro, el hombre ardía en llamas.
Pero no es solo cargar un arma o granada, explosivo que se lleva en los koalas como si fuera un llavero. Ahora la vida de un ser humano se degrada con un linchamiento o descuartizarla con una motosierra. Es la comprobación de lo que se ha convertido la despiadada sociedad venezolana en las manos de fanáticos. Lo que une a un fanático y un hampón es el entusiasmo, a este ultimo le encanta un atraco y matar, se han producido casos de “quebrar” a un sujeto mediante rituales espirituales o invocando la muerte en el nombre de Dios.
Lo mas atroz, según testimonios de sobrevivientes, ha sido la desaparición de 28 mineros en el estado Bolívar, primero con un tiro en la nuca y luego descuartizados con una motosierra, tipo novela de Agatha Christie. Nuestra sociedad, brutalmente descompuesta por delincuentes y fanáticos de la política, ha dado luz verde a dantescos sucesos en Venezuela, los mas conocidos, ya que otros casos han quedado muy ocultos. En termino real, en Venezuela aumenta la impunidad y se multiplican los asesinos.
Una sociedad descompuesta coloca la vida en segundo plano como en tiempos de la inquisición. Afortunadamente en Venezuela no tenemos inquisidores raciales como en Estados Unidos con el grupo de extrema derecha Ku Kux Klan, inactivos pero con sus células que se cruzan entre turistas y residentes. Hasta ahora -quien lo podría asegurar- no han ocurrido hechos de persecución por racismo o practicas religiosas, solo en casos muy aislados.
Sin embargo, tenemos inquisiciones gubernamentales venezolanas, establecidas con la intención de aniquilar lo que ideológicamente y en la practica está en contraposición con los dogmas del socialismo del siglo veintiuno. Ahora con el nuevo sistema cambiario, el país crecerá más en delincuencia y asesinatos dentro de la cámara de la tortura para el empobrecimiento y calidad de vida.
El mundo se ha ido deshumanizando por las guerras politicas y religiosas y en Venezuela la balanza se inclina más por una onza de oro y menos por la vida misma.
@susanamorffe
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