viernes, 24 de febrero de 2017

OPINIÓN

NO ES FÁCIL
Eduardo Fernández

A estas alturas supongo que mis amables lectores entenderán cuando digo que vale la pena ser cristianos, pero que no es fácil



Vale la pena ser cristiano, pero no es fácil. La mayoría abrumadora de los venezolanos nos declaramos cristianos. No siempre actuamos como tales. Si todos los que nos decimos cristianos actuáramos conforme a lo que dicen los evangelios, el país estaría viviendo mucho mejor y todos nos sentiríamos más felices.

Estos comentarios los hago a propósito de lo que dice el evangelio del domingo pasado: “Jesús dijo a sus discípulos: ustedes han oído que se dijo: ojo por ojo y diente por diente, pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide dale, y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.

”Han oído ustedes que se dijo: ama a tu prójimo y odia a tus enemigos; yo, en cambio les digo: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? Y si saludan tan solo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto” (Mt. 5,38-48).

A estas alturas supongo que mis amables lectores entenderán cuando digo que vale la pena ser cristianos, pero que no es fácil. El Maestro nos pide, nada menos y nada más, que seamos perfectos, como nuestro Padre celestial es perfecto.

Pero estarán de acuerdo conmigo también en que si practicáramos el mandamiento del amor, Venezuela sería un país en el que prevalecería la justicia, la fraternidad y la verdad.
Desde hace muchos años se ha impuesto en Venezuela la cultura del odio, de la lucha de clases, de la fractura de la unidad nacional, de la violencia, de la confrontación y de la muerte.

El cambio más importante que tenemos que lograr los que soñamos con una nueva Venezuela es el de sustituir la cultura del odio por la cultura del amor. Sustituir la cultura de la muerte por la cultura de la vida. La cultura de la confrontación por la cultura de la unidad nacional, del entendimiento y de la búsqueda de los consensos fundamentales que hagan posible que resplandezcan la verdad, la justicia, la fraternidad y la paz.

Seguiremos conversando.

@EFernandezVE

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¿HASTA CUÁNDO ROBAN A NUESTROS PESCADORES,
QUÉ HACE MATA FIGUEROA?

En total desamparo se encuentran los pescadores neoespartanos, permanentes víctimas de robos, secuestros, y hasta agresiones personales en altamar, y en sus rancherías, y hasta la fecha, el Gobierno regional continua impasible, sin tomar ningún tipo de medidas, ni emitir siquiera un pronunciamiento ante tan lamentable situación. Por eso nos preguntamos ¿Hasta cuándo roban a nuestros pescadores?, plantea el legislador Regional Francisco “Chivo” Narváez.

En las últimas semanas varias comunidades han sido víctima de las fechorías de los malhechores. Se conoció del robo de varios motores en La Guardia. En Macanao, varios pescadores fueron víctimas de robos y agresiones, incluso algunos tuvieron que acudirá centros hospitalarios. En las comunidades se comenta que en las últimas incursiones los delincuentes vestían uniformes militares. Pero a la fecha no sabemos que ningún organismo oficial, ni policial, ni siquiera del sector militar, haya anunciado averiguaciones al respecto

En un verdadero viacrucis se ha convertido la vida de las comunidades pesqueras, en Margarita, en Coche, y en todas las costas venezolanas. La inseguridad ha desbordado a las autoridades, quienes permanecen ajenas a esta realidad. Hoy los pescadores deben reunirse para faenar en grupos- afirma Narváez - Y aun así, corren graves peligros, ya que los piratas los abordan, les roban los motores, y todas sus pertenecías, los dejan a la deriva, sin radios, sin teléfonos, sin ninguna forma de comunicación. Igual ocurre en las rancherías. Prácticamente todos han sido asaltadas. De noche o de día reciben la vista de los malhechores. Ya ni en sus casas están seguros, por que a muchos los han sorprendido en sus hogares, para llevarse los motores que ahora resguardan dentro de sus viviendas.

“Todos saben que soy nativo de Coche, vengo de una familia de pescadores, por eso muchos de los trabajadores del mar, me buscan para plantearme sus problemas. Permanentemente me llegan denuncias de los robos, en El Tirano, en Los Frailes, en Macanao. En Guinima, o por los lados de El Yaque, no hay comunidad pesquera que no haya sido víctima de robos. Un motor fuera de borda hoy supera los 20 millones de bolívares. Reparar un motor de 75 HP esta por el orden de los 5 millones de bolívares. Como puede un humilde pescador cubrir estos gastos. Hoy perder un motor es perder el sustento de la familia. Ya ni siquiera haciendo un “pote” familiar se puede reponer un motor robado,

Nos preguntamos: ¿Que espera el Gobernador Mata Figueroa?, ¿Qué hace el Comando de Vigilancia Costera?, ¿A quién le compete la vigilancia y protección de nuestros humildes trabajadores del mar?. Porque un estado insular como el nuestro, no cuenta con la tecnología y el equipamiento que le garantice la protección y resguardo a la pesca artesanal, actividad económica tradicional de la familia neoespartana, fuente de trabajo y abastecimiento de comida para los sectores mas populares.

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LUIS ALMAGRO DESNUDA A LA DICTADURA CUBANA

El secretario general de la OEA escandaliza a políticos, diplomáticos e intelectuales latinoamericanos por llamar 'dictadorzuelo' a los 'dictadorzuelos'

Javier El-Hage y Thor Halvorssen 

Al anunciar que viajaría a La Habana a recibir un premio de manos de disidentes que piden democracia en Cuba, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, ha forzado al régimen de Raúl Castro a prohibirle el ingreso con argumentos “bastante ridículos”. Almagro ha aprovechado la oportunidad para aleccionar a la dictadura con una clase sobre democracia: le ha explicado que quería “honrar la memoria de Oswaldo Payá”, un activista prodemocracia probablemente asesinado por el régimen, y le ha pedido no “criminalizar al grupo ‘Cuba Decide’ (fundado por la hija de Payá) pues los mecanismos constitucionales de democracia directa que proclaman (la necesidad de un plebiscito en Cuba) son un instrumento esencial para la expresión de los pueblos”.

Con esta y otras acciones por el estilo, el secretario general de la OEA continúa recibiendo elogios en público y privado, pero también viene escandalizando a un buen número de políticos, diplomáticos e intelectuales latinoamericanos, a quienes les preocupa que el excanciller de Mujica ande llamando dictadorzuelo a los dictadorzuelos y tendiendo la mano a grupos de la sociedad civil en países gobernados por regímenes autoritarios, incluso sin el permiso de estos.

Los escandalizados vienen en dos tipos, los que son públicos en su rechazo a Almagro, o sea los funcionarios y partidarios de la dictadura de Cuba y de los regímenes autoritarios-competitivos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, y los que lo hacen en secreto, “diplomáticamente”, porque son funcionarios “de carrera” de cuanta cancillería latinoamericana les formó en las artes ascéticas de mantener la misma etiqueta y protocolo —eficaz, gentil y obsecuente— bajo el presidente electo de hoy, el caudillo anticomunista de mañana, y el dictador de izquierdas de pasado mañana.

Los críticos de Almagro esgrimen dos argumentos importantes. Uno es que, según ellos, la OEA no es diferente a la ONU en que se trata simplemente de una organización intergubernamental encargada de proveer una plataforma a los representantes de países, y, por tanto, debe acoger en su seno con el mismo derecho a voz y voto, y con los mismos honores debidos a cualquier jefe de Estado, a Allende igual que a Pinochet, a Videla como a Alfonsín, a Carlos Andrés Pérez como a Nicolás Maduro.

El segundo argumento es que lo que hace Almagro al criticar al régimen venezolano es contrario a la tradición de la OEA, ya que, si bien desde su creación en 1948 tendría en teoría que haberse interesado en promover valores de la democracia representativa, en la práctica desde su púlpito se criticó solamente a la dictadura de Castro en Cuba, que fue suspendida en 1962, y se guardó un silencio cómplice ante las dictaduras anticomunistas de todo el continente a lo largo de la Guerra Fría.

Los críticos de Almagro se equivocan por partida doble.

A diferencia de la ONU que ha tenido a dos dictaduras (China y Rusia) en su Consejo de Seguridad desde sus inicios, la OEA es una organización creada por democracias y dedicada a la democracia. Desde sus inicios con la adopción de la Carta de la OEA en 1948, con mayor fuerza desde la reforma de dicha Carta en 1992, y culminando con la aprobación de la Carta Democrática Interamericana (CDI) en 2001, la OEA tiene el deber de promover los elementos esenciales de la democracia: libertad de prensa, independencia del poder judicial, elecciones libres y justas, y alternancia en el poder.

Es más, mientras en la ONU las dictaduras de Arabia Saudita, China, Cuba, Egipto y Ruanda integran el Consejo de Derechos Humanos, el Secretario General de la OEA tiene la obligación de procurar la “suspensión de toda participación en los órganos de la OEA” de cualquier régimen antidemocrático que hubiera tomado control del gobierno de un estado miembro, ya sea porque llegó al poder a través de un golpe perpetrado contra un presidente democrático, o porque, habiendo sido electo en elecciones libres y justas, este haya erosionado la democracia de manera gradual, sostenida y sistemática al punto de tornarse un régimen autoritario o dictatorial, como es el caso de Venezuela, donde ni siquiera hay garantía ya de elecciones futuras.

En segundo lugar, no es cierto que la OEA no haya dicho nada durante la Guerra Fría. Aunque guardó silencio ante las dictaduras de Videla y Pinochet, la OEA fue en ese entonces capaz de condenar a los regímenes tiránicos de Trujillo en 1960, de Castro en 1962, de Somoza en 1979, y de Noriega en 1989, aún sin herramientas como la Carta Democrática.

Las primeras dos condenas, contra Trujillo y Castro, fueron posibles gracias al ex presidente venezolano Rómulo Betancourt, un líder socialdemócrata de principios que creía en una OEA sin dictaduras y que recuerda mucho a Almagro.

Los hispanoamericanos que tenemos la suerte de no vivir en dictadura, debemos abandonar la indiferencia porque esta le deja el micrófono a los escandalizados con las acciones de Almagro. En vez de eso, debemos apoyar en voz alta a los millones de venezolanos y cubanos que hoy arriesgan la vida para pedir democracia en sus países. Debemos apoyar a Almagro.


*Javier El-Hage es director jurídico y Thor Halvorssen presidente de Human Rights Foundation, una organización con sede en Nueva York. Twitter: @JavierElHage y @ThorHalvorssen

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