INTRUSA CONSTITUYENTE
Susana Morffe
Es un lugar común decir que en cualquier país del mundo no pasaría lo de
Venezuela. Pero estamos aquí, en nuestro patio, lidiando con una depresiva
situación que trastorna el sentido común de los implicados.
Manejamos
una situación nada usual, la ilegitima designación de una Vice fiscal, tantas
otras figuras a dedo, tal como una reyerta de leyes de dos poderes que están
totalmente divorciados del compromiso con los valores y disposiciones
constitucionales, pero al mismo tiempo íntimamente ligados por la
ley regida y ejecutada por ambos, insólitamente desconocida por
pretensiones personales de los funcionarios del régimen, sin consideraciones de
respeto y moral.
Esta nueva
imposición de un poder en pleno desgaste de día, horas, minutos, no parece un
punto sorprendente, lo que sorprende es que cuando ocurren “cosas extrañas” a
juicio del mandatario, como el anterior y el premeditado ataque de la Asamblea
Nacional, sigamos con el mismo yugo comandado por los mismos opresores.
Hemos
manifestado la fragilidad del régimen al no poder esconder sus costuras
abiertas al público, con las cuales demuestra lo predecible de sus actuaciones.
Lo insólito es que los opositores se dejen sorprender por las artimañas
propias de individualidades totalmente amorales, sin prejuicios e
indolentes ante el respeto y los derechos de la población.
El poder
ciudadano tiene la facultad por derecho de invocar los artículos 333 y 350 de
la Constitución. Con ellos se incorporan páginas a los maltratados episodios de
la actual historia venezolana, que irremediablemente no puede llegar a un
acuerdo de coexistencia pacífica. De tal modo continúa fracturada la relación
porque no se puede hacer más nada, ya que todo se rompió.
Vamos a una consulta electoral para manifestar el rechazo a una intrusa
constituyente amañada, peligrosa y torpemente diseñada, pero los más de 30
millones de venezolanos aspiramos algo más, un final para los 18 años de
sometimiento y colonización cubana. Nos han despojado de nuestra soberanía, tal
como era el sueño del anciano difunto revolucionario cubano que solo vivió
ligado a Venezuela para defenestrarla. Y lo consiguió. Ahora su hermano,
pretende colocar la guinda que falta para acabar con lo que nos queda de país.
“Estamos siendo engañados por la apariencia de la verdad”, frase de
Horacio, un poeta lírico. La suerte de esta nueva consulta con intención
plebiscitaria del próximo domingo 16 de julio, nos demanda una acción
contundente, no solo rodar el velo de la mentira, sino establecer
definitivamente una transición obligatoria y urgente. El país no puede sostener
más carga de miseria y corrupción.
Si
eventualmente el próximo lunes 17 amanecemos, cansados, pero al mismo tiempo
dolidos y embarcados en la vieja Venezuela de la revolución, estaremos pisando
la frontera de una crisis superior a la que nos estaremos jugando el domingo
16. Tenemos que prepararnos para escenarios más duros a un costo peligrosamente
fatal. En caso contrario, se habrá ganado una batalla, pero no es fácil
pronosticarlo y mucho menos afirmarlo.
Venezuela es literalmente un país destruido pero no vencido. Tenemos los
recursos propios de cada venezolano comprometido con el país, sus leyes y lo
que queda por salvar. El yugo extranjero beneficiado por los traidores criollos
no debería hacernos mella en los esfuerzos comprometidos y salvables.
La guerra de poderes nos puede hacer morder anzuelos, como la liberación
de Leopoldo López, que sirve de gancho para hundir más el país con la
constituyente. No en vano dijo López que si tiene que volver a Ramo Verde lo
hará. Si estamos vigilantes y unidos para el rescate, llegará la hora de la
rebelión cívico militar. No hay tiempo para remedios, el país exige
intervención y la retoma del orden constitucional. Es ahora o nunca.
@susanamorffe
No hay comentarios.:
Publicar un comentario