Escribir llorando produce fuerza con las gotas que se deslizan de mis ojos nublados de tristeza y mezclados con sabor a sal.
Escribo llorando y me remonta a la decisión de no escribir más sobre la política del país.
Escribo llorando porque hasta el llanto me engaña por la política de ayer que llega hoy a mis ojos bañados, justo al sentarme frente al procesador.
Escribo llorando copiosamente, me urge descargar ahora el llanto del país.
Escribir llorando prende mis ojos y apaga el brillo del alma.
Un día voy a escribir llorando que todo paso y de nuevo las gotas rodaran con otro sabor.
Escribiré llorando para sentir la vida desde lo que somos, una de agua y otra de sal.
Ahora escribo llorando para volver a empezar y recordar que grandes cosas se pueden lograr con lagrimas.
Amo mi llanto, pues corona la tristeza en una nueva historia, limpia, de llanto valiente y perfecciona la vida con armonía.
Susana Morffe, no llora más.
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