Susana Morffe
Este régimen deberá estar claro que hoy son menos los venezolanos que van a votar en esta última megaelección del año 2018 y se espera que sea el cierre del ciclo de la revolución parasitaria.
¿Por qué parasitaria? Ha sembrado la vagancia en la juventud que nos queda en el país y esa semilla germinada, lo único que hace es extender la mano para agarrar un simbólico dinero que les sirve para cultivar más flojera y coartarse el futuro, es lo que nos queda en el país. Por estos días vemos a jóvenes enjutos, moviéndose para alcanzar registrarse en el poder electoral y así continuar recibiendo dinero sin trabajar.
El voto será el único ahorro que tendrá el venezolano consciente, en un país desprovisto de acumulación de intereses. No votar es el ahorro peligroso para el régimen, pero conocemos lo que ya tienen pensado hacer ante la avalancha abstencionista. Las cuentas del régimen siempre son redondas, cero mata cero y dos más dos, no son cuatro sino ocho y vuelvan a ganar, con o sin tecnología.
Continúa la emigración de venezolanos hacia otros países fronterizos, como Colombia y Brasil, además de emprender viaje por trochas que los conducen a Chile y Perú. No es cobarde el que emigra, ni es valiente el que se queda. Pero, los que nos quedamos en el país lamentamos lo que sucede y el libre albedrío es una opción que Dios nos ha dado para la toma de decisiones.
¿Por qué parasitaria? Ha sembrado la vagancia en la juventud que nos queda en el país y esa semilla germinada, lo único que hace es extender la mano para agarrar un simbólico dinero que les sirve para cultivar más flojera y coartarse el futuro, es lo que nos queda en el país. Por estos días vemos a jóvenes enjutos, moviéndose para alcanzar registrarse en el poder electoral y así continuar recibiendo dinero sin trabajar.
El voto será el único ahorro que tendrá el venezolano consciente, en un país desprovisto de acumulación de intereses. No votar es el ahorro peligroso para el régimen, pero conocemos lo que ya tienen pensado hacer ante la avalancha abstencionista. Las cuentas del régimen siempre son redondas, cero mata cero y dos más dos, no son cuatro sino ocho y vuelvan a ganar, con o sin tecnología.
Continúa la emigración de venezolanos hacia otros países fronterizos, como Colombia y Brasil, además de emprender viaje por trochas que los conducen a Chile y Perú. No es cobarde el que emigra, ni es valiente el que se queda. Pero, los que nos quedamos en el país lamentamos lo que sucede y el libre albedrío es una opción que Dios nos ha dado para la toma de decisiones.
Ahora bien, la anunciada y precipitada megaelección
presidencial-parlamentaria-legislativa y municipal, más que una elección es un enroque de lo mismo por las características
que lo conforman. Se ha creado entre la gran mayoría de los venezolanos gran
expectativa para decidir, una vez más, quedarse o continuar camino hacia otros destinos.
¿Por qué sucede esto? En primer lugar, la Constitución es nuevamente pateada y no hay garantías para un proceso electoral, genuino, limpio y justo. Las expectativas han aumentado en el electorado y de lo que suceda el 22 de abril depende la salida de
nuestros coterráneos, con lo cual quedaremos luchando los que aún insistimos en
salvar a Venezuela.
En cualquiera de los escenarios hace falta voluntad
para luchar, en lo personal y por el bien colectivo. Lo que no se siente es la
disposición de rescatar el país de la parte opositora y es oportuno recordar que somos los ciudadanos
los que cada día nos quejamos de la mala situación del país en crisis. Entonces, no luce lógico que abandonemos el barco, sin antes dar nuevos pasos para salvarlo.
Suficientes motivos y pruebas fehacientes tienen los electores para ahorrarse el voto, buscan la felicidad y se encuentran con un infierno minado de problemas de desempleo, hambre, inseguridad, salud y pésimos servicios. No va quedando nada y mucho menos el entusiasmo por votar para salir de la crisis. La clase opositora es una vergüenza.
Suficientes motivos y pruebas fehacientes tienen los electores para ahorrarse el voto, buscan la felicidad y se encuentran con un infierno minado de problemas de desempleo, hambre, inseguridad, salud y pésimos servicios. No va quedando nada y mucho menos el entusiasmo por votar para salir de la crisis. La clase opositora es una vergüenza.
La justicia sigue en deuda con los venezolanos. No hay
respuesta sobre la masacre de El Junquito, donde asesinaron al piloto Oscar Pérez y sus compañeros, los acribillaron cuando habían decidido entregarse a las fuerzas militares; tampoco hay respuesta por la masacre de Cicapra - Guasipati, en un ataque a los mineros, donde hubo un exterminio de 18 personas, en una operación militar en el llamado Arco Minero, lugar con abundante mafia.
Cada día crece el número de figuras políticas detenidas en las catacumbas preparadas por el régimen para torturar, algunos han escapado, como es el caso del dirigente opositor Antonio Ledezma, Leopoldo López, carga con el peso penal de casa por cárcel. El Comisario Iván Simonóvis, enfermo, lleva dentro de su hogar el grillete de una decisión judicial enfermiza. Así como estos, también están los estudiantes y son muchos los casos de crímenes contra los derechos humanos perpetrados
por las fuerzas represivas del Estado.
Surge el pataleo del régimen para no perder el poder y enfrenta la virtual caída ofreciendo a la población más desasistida, en su forma de vivir y pensar, "bonos protectores" para engancharlos en la red de los que se arrodillan, les inoculan la sarna cubana y se convierten en esclavos de la desgastada patria socialista. Juegan con el hambre de la población y desvalijan el país. No hay dinero en efectivo, irrespetan al adulto mayor, los niños mueren por falta de medicación en los hospitales. Es la criptonita de la patria.
¿Qué pasará si el régimen gana las elecciones? Seguiremos o vamos a empeorar la sobrevivencia, debido a que no hay garantía de cambio en la economía y justicia social. Y, ¿Si pierde? Otra percepción se asoma en el horizonte, difícil, quizás muy difícil, pero lo que no debemos permitir es ver muertos en las aceras.
Los que nos precedieron en vida lucharon, hoy no están, pero seguramente pudieron haber
abarcado más; sin embargo, dejaron un mensaje implícito y otras veces tácito
sobre la lucha, tangible como fue su compromiso mientras vivieron. De tal modo, no estamos en una encrucijada, sino en la hora menguada para posicionarnos
del país y no dejarlo en manos de los depredadores de la justicia y la paz. Si sabemos a quien nos enfrentamos ¿Te ahorras el voto?
@susanamorffe
@susanamorffe