En el último año, la COVID-19 ha desbaratado la seguridad económica, sanitaria y alimentaria de millones de personas, por este motivo, hasta 150 millones de individuos pueden caer en la pobreza extrema. Si bien los impactos de la pandemia en la economía y en la salud han sido devastadores, el aumento del hambre observado constituye uno de sus síntomas más tangibles.
"Para evitar la escasez artificial y los picos de precios, los alimentos y otros productos esenciales deben cruzar las fronteras con la mayor libertad posible".
El Grupo Banco Mundial y sus asociados están preparados para ayudar a los países a reformar sus políticas agrícolas y alimentarias y a redistribuir el financiamiento público para fomentar una recuperación ecológica, inclusiva y resiliente.
Si nos centramos en la seguridad alimentaria, podremos abordar una injusticia básica: casi 1 de cada 10 personas sufre hambre crónica en una era de abundancia y desperdicio de alimentos. Este enfoque también fortalecerá nuestra capacidad colectiva para afrontar la próxima tormenta, inundación, sequía o pandemia con alimentos seguros y nutritivos para todos.
Fuente Grupo Banco Mundial
No hay comentarios.:
Publicar un comentario