Se conoce de antemano a quienes creen que Venezuela se está arreglando y organizando. Los síntomas inequívocos e individuales de abrir camino hacia una ansiada democracia, incluido el instaurado y vulgar renglón de la corrupción, es un enorme desafío, pero mantener un país con el actual desorden, no es otra cosa que pillería organizada.
En la población el robo ha creado ansiedad, debido a el contacto permanente o circunstancias y personas relacionadas con el pillaje.
El séptimo mandamiento de la Ley de Dios nos manda respetar los bienes ajenos y pagar las deudas, y nos prohíbe quitar o retener lo ajeno contra la voluntad de su dueño y causar daño al prójimo en sus bienes.
Para algunos autores, estamos viviendo una guerra espiritual en todos los sentidos. Vemos cómo mandatarios declaran, sostienen y extienden guerras, colocando en peligro a la humanidad por su ambición de poder y riquezas mal habidas.
El Señor en su inmenso amor, estableció una regla de cálculo matemático, setenta veces siete, mostrando su amor y gracia sin límites. “Sí, y cuantas veces mi pueblo se arrepienta, le perdonaré sus transgresiones contra mí”.
Esto nos permite elucubrar, si realmente puede haber un auténtico arrepentimiento de todas las personas que han creado malestar en el mundo, en el país, sus finanzas y el modo de vida de los ciudadanos.
Lo que puede generar un severo castigo por parte de Dios, es que los protagonistas de la hecatombe terrenal, muevan “piezas” en una suerte de “justicia social” pero a los ojos de Dios y del mundo, no es más que un nuevo orden de pillería.
Pudiéramos inferir que podría extenderse una ola de frustración, temor, impotencia y pánico. Asimismo, una sensación de alerta constante de ser víctima y desesperanza en relación con soluciones al problema de la criminalidad, dado los ejemplos que a diario estamos viviendo.
Cuando alguien roba en gran magnitud, lo hace con la ayuda de sus benefactores y las adecuadas protecciones. Tanto es ladrón el que roba, como el que deja robar para apoderarse de los bienes o derechos ajenos.
Dios no aplica exclusividad. En la Biblia, Santiago 5 dice: …a ustedes los ricos: “¡lloren a gritos por las calamidades que se les vienen encima! Se ha podrido su riqueza, y sus ropas están comidas por la polilla. Se han oxidado su oro y su plata. Ese óxido dará testimonio contra ustedes y consumirá como fuego sus cuerpos. Han amontonado riquezas, ¡y eso que estamos en los últimos tiempos! Oigan cómo clama contra ustedes el salario no pagado a los obreros que les trabajaron sus campos. El clamor de esos trabajadores ha llegado a oídos del Señor Todopoderoso”.
Las Escrituras describen tiempos peligrosos de los últimos días. Habrá guerras y rumores de guerras, señales arriba en los cielos y abajo en la tierra, el sol se tornará en tinieblas y la luna en sangre, habrá terremotos en diversos lugares, los mares se saldrán de sus límites.
Susana Morffe
Periodista
susana.morffe@gmail.com
También lo puede leer en El Nacional.
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