(Los propósitos de Dios son irreversibles y es claro que, el gobernante que actúa injustamente será juzgado y castigado por Dios en el fin)
En Venezuela no podemos permitir que las cicatrices de un pasado erosionen la vida de este país, caracterizado por su amplitud para recoger la cosecha de lo que produce. Una de nuestras cosechas es la que tenemos desde hace muchos años atrás, la carta magna que protege los derechos como ciudadanos y a la vez nos recuerda los deberes por cumplir. Si algo hay que recordarle al mandatario de turno es que el Artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es muy amplio y entre otras cosas ordena:
“La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan”.
Se infiere que los venezolanos estamos confrontando una situación de abusos y maltratos con las nuevas tarifas de electricidad, tomando en cuenta el pésimo servicio que ofrece Corpoelec, cobrando hasta un 200% del valor del consumo cuando lo que tenemos son permanentes apagones. A esto se suma, las recurrentes fallas y desperdicio en el suministro de agua, siendo la Isla Margarita doliente por indolencia del organismo (Hidrocaribe) que administra el recurso, al hacer caso omiso de la fuga del vital líquido en la tubería submarina rota y denunciada por voceros o activistas sociales.
Nos hemos convertido en patrimonios vivientes de la mediocridad revolucionaria, y no vamos a calarnos un recargo más porque están robando descaradamente con las facturas de electricidad, un servicio que todos reconocemos que no sirve sino para robar a los usuarios. El Artículo 3 de la Constitución ordena: “El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo (…)”.
Los políticos y gobernantes no están en la palestra pública para dirigir, condicionar o esclavizar la vida de los ciudadanos, sino para establecer las mejores condiciones a una vida plena. No nacimos para mendigar, nacimos para triunfar. Del mismo modo, la huella dactilar de los 29 millones de ciudadanos con nacionalidad venezolana, solo deben ser utilizadas para refrendar la historia positiva de nuestro país y no para comprar la comida que el régimen ha desaparecido de los supermercados por sus equivocadas políticas económicas. Es evidente que los que procuraron el golpe de estado en el año 1992 y 2002 son los que guardan silencio en 2014.
¡No seremos una réplica de Cuba! Tal vez al pueblo cubano lo adormecieron y lo embrutecieron durante más de 50 años, esa era la meta para tener al pueblo sometido, sin condiciones para conocer algo distinto a las ideas macabras de un hombre que en su mente experimentó la estrechez, como consecuencia de una niñez entre las penurias y una vida de dureza económica. Si su país fue indolente con su familia y bienes, no le vamos aceptar imposiciones reñidas con nuestra soberanía. “Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional”.
La vida de cada habitante en Venezuela es sagrada, mientras que la responsabilidad del Estado es permanecer vigilante ante las condiciones de total seguridad que permita la convivencia humana y el genuino desarrollo del pueblo y no el pueblo al servicio de los políticos. No expongan a más pruebas a la población, ni insistan en convertirnos en cubazuelos.
@susanamorffe
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