Se habla de diálogo, crisis, unidad y resistencia, entre tantas otras luchas para hacer sentir cada uno de los problemas que debemos enfrentar a diario, pero se ha olvidado la más importante que mueve a todas las demás. Nos referimos a la solidaridad, un valor que con los cambios de vida actual, se ha perdido junto con otros de tanta relevancia para reconocer el bien común. El gran pensador Aristóteles dijo: “El bien de la comunidad es mayor y más divino que el bien de uno solo”.
De la falta de solidaridad emergen grupos terroristas asesinos como el más nombrado en el mundo, el Estado Islámico; desde esa terrorífica célula hasta en escuelas, colegios profesionales, grupos políticos, instituciones, entre otros, se ha ido perdiendo ese hábito que podría beneficiar y mejorar las relaciones. No se puede esperar que las personas sean solidarias, si cada uno no intenta cultivar con solidaridad.
Los verdaderos activistas sociales, reconocen y reclaman solidaridad, para poder llevar a cabo su tarea a favor de todos. Así tenemos que mientras los “originales” tienden puentes para ganar adeptos en los barrios pobres, otros, en burdas copias, rompen puentes en las urbanizaciones y viceversa ¿Por qué? Es que no es fácil ser líder nato y neto. Se habla de diálogo nuevamente, pero mientras no exista la solidaridad, es un tiempo perdido.
El régimen no es solidario con el pueblo, solo con los que ha sometido a la más vil ignorancia para seguir en el poder. No es solidario con el virus de Chikungunya, pero si lo es con el Ébola. No es solidario con el ambiente y tenemos un rudo cambio climático. No es solidario con los de adentro, pero si con los de afuera. Tampoco es solidario con el clamor de la gente que pide a gritos un cambio de sistema y así terminar con el comunismo y establecer la auténtica democracia.
Por solidaridad deberíamos estar unidos y no diversificados, al menos los que deseamos una Venezuela próspera, sin discriminaciones por pensar distinto. Es necesario ser solidarios de corazón y mente. A manera de ejemplo, el prestigioso médico argentino, René Favaloro, cansado de "ser un mendigo en su propio país", dijo: "Estoy convencido de que a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social y la solidaridad".
@susanamorffe
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