domingo, 29 de marzo de 2015

CON LAS ALAS SINIESTRAS

¿Qué hay detrás del accidente aéreo ocurrido en los Alpes franceses? ¿Por qué han dejado tantos cabos sueltos? ¿Cuándo se percató la línea aérea que el copiloto tendía una conducta extraña? ¿Dónde están los informes certificados de la manipulación que hizo el copiloto? Son preguntas que cualquier mortal se plantea ya que han utilizado de “sopita” a Andreas Lubitz, copiloto de Germanwings, filial de Lufthansa, quien supuestamente estrelló el avión en los Alpes de manera voluntaria. Es obvio que los muertos no se defienden y la familia ha hecho mute a toda la avalancha de señalamientos en contra del difunto ¿Por qué?
Sin pretender ser Sherlock Holmes, detrás de la cortina hay algo más que un joven depresivo con intenciones suicidas. El fiscal de Marsella es muy parecido a la fiscal venezolana en apuntar hacia lo más vulnerable para mostrar que la justicia da en el clavo, cuando lo que hacen son presunciones en determinados y convenientes casos. En Venezuela lo hemos visto hasta la saciedad y allá el fiscal de Marsella hizo lo propio con una doctrina aplicable a intereses particulares en apuro. Si el copiloto sufría una depresión y supuestamente había sido declarado "no apto para trabajar" por un médico, se debería investigar al médico.
Las dos cajas negras dan cuenta, una de los sonidos, conversaciones y la otra de las coordenadas, averías, entre otras. Lo que resulta sorprendente es que el fiscal de Marsella, señala que el joven copiloto tenía las “intenciones” de derribar el avión. Quiere decir que el fiscal es algo así como el brujo de la justicia para afirmar qué pensaba el muchacho de 28 años de edad, cuando ni siquiera emitió alguna palabra dentro del avión. Es una presunción tirada de los cabellos. Podría ser que la línea aérea tenía mucho más que perder si se destapa la olla de fallas en el avión y algo más ¿Quién podía saber la intencionalidad del copiloto? Es algo que corresponde a la esfera íntima, a no ser que lo hubiera manifestado de alguna manera y las informaciones no dan cuenta de ese detalle. Hasta la novia supuestamente sabía de la depresión, menos la empresa donde trabajaba.
Cómo el piloto integrante de una comunidad aérea estrecha, donde los “pasos y actividades” de cada quien y algo más es la comidilla, tuvo tanta confianza para dejar al mando de la nave al copiloto? No es más loco el que aparenta sino el que da el garrotazo. De no haber sido así, antes de embarcarse ha podido hacer la exigencia a la línea aérea de viajar con otro ayudante con más experiencia y “equilibrio” ¿Hasta qué punto se puede ocultar el desorden mental entre seres “cuerdos”? La línea aérea es manejada por retrasados mentales ya que si se conocía, como dicen los Psiquiatras, que el fallecido copiloto sufría de depresión y era obsesivo, ¿por qué seguía en el cargo de copiloto? Tal vez la que falló fue la gerencia.
Más podría perder la línea aérea si asumiera el error y no las consecuencias al señalar a un tripulante. Por cierto, hasta ahora no se ha dicho nada de las características y actividades de los pasajeros ¿Nos llevaríamos una sorpresa? En otras tragedias aéreas, mayormente la investigación queda nula o le echan tierra, suponemos es debido a los intereses económicos supremos donde no privan las individualidades. El accidente aéreo del Maylasia Air Line en el año 2014 continúa en el misterio, la trágica caída del avión donde perdió la vida la Diva Jeny Rivera y sus acompañantes, hace tres años atrás, también continúa en tinieblas y al parecer la familia demandará a los propietarios de la nave.
Si nos vamos más allá, encontramos que grandes accidentes aéreos han quedado en la más absoluta e inexplicable comprobación. El exceso de conjeturas y especulaciones incentiva la duda. Ese paradigma que dice: “No es como lo vemos, sino lo vemos como somos” se quiebra en este caos aéreo y solo sirve a los presuntuosos fiscales. En éste, como en otros siniestros aéreos, hay mucha tela que cortar e incluso rompe con el principio matemático sobre los factores no altera el producto. Es cierto que los pasajeros no estamos seguros de la capacidad humana de quien está frente al volante de una aeronave, pero de algo si hay seguridad, la realidad supera la ficción.

@susanamorffe

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