domingo, 1 de marzo de 2015

NO ES UN GRITO DE GUERRA, ES DOLOR

Dicen que el país se mueve, pero para dónde se mueve ¿Estará en la dirección correcta con marchas y consignas? Esto nos lleva al círculo de locura donde los sectores políticos están imbuidos en intereses personales y crematísticos. No hay una justificada razón para encontrar soluciones. Es falso de toda falsedad un país en movimiento, siguen engañando a los venezolanos, hartos de tanta estupidez y vergüenza.
Me duelen mis hermanos, tanto los de sangre como el resto de los venezolanos, porque ésta es la familia que tengo, nací en esta tierra, me duele que los jóvenes sean ajusticiados por unos barbaros entrenados para matar. Siento mucho dolor en el alma por el nuevo pragmatismo primitivo instaurado entre nosotros. Drenar la angustia me convierte en otra madre víctima del asesinato de un hijo en manos criminales. Hay tantas formas de morir, se muere en la distancia, como morir en una cama o en la calle. Crea angustia, tristeza, impotencia y no se sacia el dolor con el llanto.
Me duele que se confunda la ética con la maldad y las habladurías conjugadas en el verbo joder. Los varones no se amilanan para mancillar a las hembras. El presidente no escatima oportunidad para demostrar su brutalidad y mantener arrodillados a sus seguidores, ciegos de verdadero amor a la patria, embrutecidos por el poder y el dinero mal habido.
Me duele el deambular de hombres y mujeres por las calles buscando alimentos. Hoy no puedo sino llorar para drenar mi angustiado estado mental, erosionado por tanta tragedia en el país. Quiero seguir como persona, ciudadana y acompañar a mis hermanos venezolanos en la búsqueda de una salida que no sea la primitiva de todos contra todos.
Me duele tanto el país y molesta aquel que quiere comprar tu conciencia y modo de vida por un centavo. Me duele la deshonestidad. Ahora mismo nos debemos colocar la armadura de la fortaleza y emprender, de la mano de Dios, el nuevo destino que nos tiene deparado a todos los que creen y no en él. Nada va detener un propósito por encima de las perversiones de los que están corrompidos por la maldad.
Me duele salir a la calle y ver los rostros desencajados y llenos de odio. Gritar no es suficiente, llamar a la guerra no calma la angustia, es dolor adentro, puro y simple, en medio de la peligrosa selva de concreto, donde las personas sensatas clamamos por el final de la tragedia venezolana. Que nadie se quede inmóvil, debemos seguir hasta el fin de nuestros días. Pido justicia!!!!

@susanamorffe

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