Solía pensar en la felicidad como el resultado final de los momentos buenos que he experimentado o que han ocurrido en mi vida. Pero últimamente, he empezado a pensar en la felicidad en términos de un estado constante de satisfacción.
He llegado a creer que tenemos la capacidad de elegir estar en este estado duradero de satisfacción, haciéndola permanente, sin importar lo que ocurra en nuestro entorno exterior. En el proceso de elegir mi propia satisfacción, he descubierto cuatro maneras de generar un estado de felicidad perpetua.
1.Toma la decisión de sentirte feliz
Abraham Lincoln dijo: “La mayoría de la gente es tan feliz como se decide a serlo”. Entonces, ¿la felicidad es sólo cuestión de decidir?
Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh, pasó gran parte de su vida en prisión debido a su fe. Mientras estuvo allí, pasó su tiempo cuidando de los pobres, escribiendo enseñanzas divinas, y trabajando para lograr la unidad de la humanidad. Su cuerpo fue dañado por años de desnutrición, privación y confinamiento. Tuvo que soportar la muerte y el sufrimiento de familiares y seres queridos, y fue perseguido por un clero corrupto que quería silenciar sus palabras de paz. Sin embargo, a pesar de todas sus dificultades, eligió ser feliz:
Yo mismo estuve encarcelado durante cuarenta años; un solo año hubiese sido imposible de soportar. ¡Nadie sobrevivía a ese encarcelamiento más de un año! Pero, gracias a Dios, durante todos esos cuarenta años fui sumamente feliz. Cada día, al despertarme, era como si escuchase buenas nuevas, y cada noche sentía una infinita felicidad. La espiritualidad era mi consuelo y dirigirme a Dios, mi mayor dicha. Si no hubiera sido así, ¿pensáis que hubiera podido sobrevivir a esos cuarenta años en prisión? Por ello, la espiritualidad es el más grande de los dones que recibimos de Dios, y “Vida Eterna” significa “Volverse hacia Dios”. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá.
2. Concéntrate en lo que te hace sentir bien
Ya que centrarse en nuestras dificultades sólo parece hacerlas más grandes y hacernos sentir peor, ¿por qué no elegir conscientemente algo feliz en lo que centrarse y empezar a magnificarlo? Puede ser difícil al principio, pero el primer paso es encontrar un pensamiento positivo y edificante, cualquier cosa que te haga sentir mejor. Ríete, encuentra humor en las situaciones, y aprende a ver lo positivo:
Como nubes, derramemos nuestras lágrimas y, como los destellos del relámpago, riámonos de nuestras correrías por Oriente y Occidente. De día y de noche pensemos tan sólo en esparcir las suaves fragancias de Dios. No nos quedemos para siempre con nuestras fantasías e ilusiones, con nuestros análisis, interpretaciones y la circulación de complicadas dudas. Descartemos todos los pensamientos egoístas; cerremos los ojos a todo lo que existe en la tierra y no demos a conocer nuestros sufrimientos ni nos quejemos por los agravios. Más bien, olvidémonos de nosotros mismos y, apurando el vino de la gracia celestial, proclamemos nuestro regocijo y perdámonos en la belleza del Todoglorioso. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá.
3. No te preocupes por lo negativo, vive por lo positivo
Los momentos en los que me he sentido más infeliz han sido las ocasiones cuando dejé que las palabras, acciones o juicios poco amables de otra persona arruinen mi día. Las palabras y los pensamientos negativos pueden robar nuestra felicidad, pero no debemos dejarlos. Si entendemos que la gente nos trata de acuerdo a lo que sienten por sí mismos, no por otra cosa, es más fácil no tomar sus juicios o comentarios como algo personal. Asociarse con personas positivas y cariñosas, por otro lado, solo puede atraer la felicidad:
La compañía del impío acrecienta la tristeza, mientras que la asociación con el justo limpia la herrumbre del corazón. Aquel que busca comunicarse con Dios, que acuda a la compañía de Sus amados; y aquel que desee escuchar la palabra de Dios, que preste oído a las palabras de Sus escogidos. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas.
4. Agradece, porque todo lo que sucede es por tu beneficio
¿Qué hay de las circunstancias no deseadas y los eventos negativos que se arremolinan en nuestras vidas, justo cuando finalmente nos sentimos felices? La verdad es que siempre habrá situaciones que nos pongan a prueba, pero si tenemos paciencia, estas dificultades pulirán las gemas de nuestras almas y traerán un nivel de felicidad y satisfacción interior que no podrá nunca ser arrebatado:
“Si tu vida diaria se vuelve dificultosa, prontamente Dios, tu Señor, te graciará con aquello que te traerá satisfacción. Sé paciente en los tiempos de aflicción y tribulación, resiste todas las dificultades y penurias con el corazón ensanchado, el espíritu consagrado y la lengua elocuente en rememoración del Misericordioso. ¡Ciertamente, ésta es la vida de satisfacción, la existencia espiritual, el descanso en los Cielos, la Bendición Divina y la Mesa Celestial! Pronto tu Señor aliviará tus difíciles circunstancias aun en este mundo”. –Tablas de ‘Abdu’l-Bahá.
Sed felices y alegres, porque los dones de Dios están destinados a vosotros y la vida del Espíritu Santo sopla sobre vosotros. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal.
La felicidad es una elección que podemos hacer todos los días. Requiere una decisión consciente en cada momento para centrarse en lo que eleva nuestros espíritus y nuestras actitudes. La felicidad viene de asociarse con personas amorosas y no ser víctima de la negatividad de los demás, manteniendo las cosas en perspectiva y teniendo un buen sentido del humor. La felicidad resulta de la conciencia y el aprecio en cada momento de todas nuestras bendiciones. Sobre todo, la felicidad es, como dijo Abdu’l-Bahá, “Volverse hacia Dios”, y estar agradecidos sabiendo que estamos seguramente en el camino hacia nuestro hogar celestial.
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