miércoles, 17 de mayo de 2023

LOS ESTÚPIDOS SON DE CLASE ARTIFICIAL

 Escribir sobre las estupideces que se están viendo en esta Era, puede ser una estupidez. Tal vez esconderla significa ser cómplice de las estupideces al no poder frenarlas. También al escribirlas, surte un estado de transformación que compensa, como un buen antídoto, para no ser leal a la estupidez.

¡Salve Albert Einstein!, cuando dijo: “solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy muy seguro de la primera”.

Obviamente, el genio científico de la relatividad, pudo resarcir su opinión sobre el universo cuando reconoció el poder de Dios, al considerar que “Dios no juega a los dados”. El dueño y creador de la gigantesca comarca terrenal es Dios.

La historia del mundo ha estado inmersa en hechos que han resultado a la postre, una gran estupidez. Pero gracias a ella, se corrigieron algunas, otras se repitieron porque comenzaron a crecer un buen número de estúpidos.

Primeramente se dividió en dos toletes: la política de izquierda y la de derecha. Nacen en la Francia de 1789, durante el inicio de la Revolución Francesa, para posteriormente extenderse a gran parte de los sistemas políticos del mundo. Hasta ahora no se ha podido detener y ha resultado en estos tiempos la gran estupidez en el mundo, ya que si sus principios fueron aceptados, con el tiempo sufrieron deformaciones para terminar hoy en izquierdas de mutilación y exterminio del ser humano.

América Latina ha sufrido las peores equivocaciones con los regímenes de izquierda ultrosa.

También hay que reconocer que muchas individualidades, se ampararon tras esas izquierdas para cometer hoy sus fechorías y las observamos escenificadas en la agonizante Venezuela.

Que triste y doloroso es ver que otros países vecinos pueden dirimir sus diferencias con más razón y corazón.

¿Cuál es el mejor camino? Dudo que sea este que vivimos. Debe haber otro y no lo queremos ver.

Venezuela está enferma de política barata y hace falta ayuda humanitaria para librarnos de esta epidemia que acaba con niños y ancianos. Hace falta corazón para vivir de pie.

Tengo un amigo que lo llamo “el sabio margariteño”. El dice:

-A mí me importa un comino lo que haga o deje de hacer Maduro, yo estoy bien. Si no tengo para comer arepa como otra cosa, pero yo estoy bien. A esa gente yo la aparto porque esa mala energía se pega.

-¿Si le preguntan si es de oposición o de los contrarios, qué responde?

-Yo soy de lo que hago y de como vivo, lo que hagan ellos es su problema con su conciencia.

-Ahora dicen que la gente se está volviendo loca por el hambre y falta de medicinas, -le comento.

-Anteriormente vivíamos mejor, ahora todos quieren llegar a Miraflores, nada más que a robar y menos para gobernar. Allá ellos. Esos si están locos, afirma señalando con el dedo su cabeza.

La estupidez es tan enorme que nos impide hacer un alto para vernos por dentro y reconocer si realmente estamos defendiendo a la Patria, a la izquierda perversa o estamos luchando contra nosotros mismos.

En fin, conocemos la genialidad de Albert Einstein frente a la estupidez, asimismo la sabiduría de un hombre de pueblo, renuente a aceptar las estupideces de otros.

Los que quedamos en Venezuela, aquellos que pretenden arreglar la destrucción del país, tienen que hacer uso de la inteligencia, no de la artificial, sino la natural y suprema, y de una vez por todas, dejar de fabricar estupideces.

Susana Morffe

susana.morffe@gmail.com


miércoles, 3 de mayo de 2023

ESTALLÓ LA TERCERA GUERRA, PERO DE HAMBRE

 En Venezuela todo es posible, desde que iniciamos el cacareado cambio de sistema político. De uno redondo pasamos a otro cuadrado, con mentalidades justificadas para tales propósitos.

Llegó el histórico primero de mayo y la población como caimán en boca de caño, se lanzó a las calles a protestar antes de conocer la nefasta noticia que fulminó las aspiraciones de la masa trabajadora, en su legítima defensa para obtener una vida digna.

Del esqueleto, a Venezuela solo le queda el espinazo, porque el grotesco y apátrida régimen, convirtió también en chatarra el salario mínimo. Por cierto, ellos son especialistas en chatarras, nada más recordar aquella compra de armas que hicieron con Rusia, nos da una suficiente claridad sobre todo lo que tocan termina oxidado.

La guerra nos ataca por todos los puntos geográficos del país. Estamos acorralados, la población muere, quizás con más porcentaje que en Polonia en tiempo de Hitler. Susto, pánico, terror se apodera de la población porque la guerra es silenciosa, las chatarras no suenan como misiles o balas automáticas. Señores y señoras, la guerra ataca al estómago de cada venezolano, nos están matando por hambre y apunta a tu mesa.

Lo que sí quedó claro es que las matemáticas inversas que practican en Miraflores, dejan nuevamente encadenada la inteligencia de Pitágoras, al momento de sacar cuentas en dólares.

Al llegar a este punto se desata la guerra de hambre, porque ningún venezolano activo puede sostenerse con 130 bolivares. La causa real es vivir en adelante de unos bonos indexados que catapultan los sueldos y pasivos laborales debido a la supuesta “insuficiencia presupuestaria”.

Los más golpeados por ese nocaut fulminante son los jubilados de la administración pública. Después de haber pasado años pagando su ansiada pensión, hoy pasan a ser parte de la chatarra nacional.

Hasta las “balas frías” han quedado acuarteladas, ya escasea el alimento para tanta gente. Es el nuevo genocidio de estos aciagos tiempos frenéticos por demás. Mientras los soldados de plomo, van exprimiendo lo que resta en las centrífugas.

Ahora Venezuela está en peligro, pero no por un ataque foráneo, sino por un ataque interno. Aquí en nuestro patio se ha desatado una guerra de hambre por tantos anuncios lanzados al aire con Emparan a la cabeza. En una suerte de inteligencia artificial dijo: “Está de acuerdo conmigo la clase obrera”. Le respondieron: ¡NO! Y dijo: Aprobado.

Con este golpe certero pasamos a ser el primer país con un miserable salario y una guerra alimenticia que aún no sabemos cuándo acabará.

Estamos frente a un exterminio de la raza afrodescendiente, cultivada por el régimen y desnaturalizada desde las vísceras revolucionarias.

No hay elección posible en Venezuela, decidir entre una bala de cañón o una “bala fría”, así se debate la vida y muerte de su gente.

La Biblia, el libro más leído sobre la historia del mundo, sentencia lo siguiente: “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo”.

Susana Morffe

susana.morffe@gmail.com

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