Por estos días salí de mi casa a cumplir con una cita. Decidí ponerme unos zapatos en lugar de las sandalias, chancletas o pantuflas que han tomado prioridad en esta pandemia. No había caminado tres cuadras cuando sentí una molestia en el pie izquierdo más arriba del talón. Me saque el zapato y ví cómo parte de la piel se rodó hacia arriba y formar una ampolla, llegué chancleteando a la cita y en el recorrido de vuelta a mi casa la ampolla se radicalizo, hubo compresa de sábila sin resultados, el bicarbonato finalmente secó la humedad, se hizo una llaga tipo bistec en miniatura y no pude dormir en la noche porque me sentía como mujer embarazada con el dolor y la molestia. Conclusión: la pandemia ensancha los pies de tanto usar chancletas y el zapato se vuelve otra tortura.
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Un día como cualquiera, en la silenciosa madrugada, una señora se levantó de su cama y se dirigió al baño a hacer pis pis. Oh sorpresa❗ Captó un ruido dentro del envoltorio de plástico del papel higiénico y vió que era un RATON❗Se asustó la señora y con dominio y frialdad emprendió su guerra a muerte. Dejó al bicho ahí, fue a la nevera, sacó un envase de plástico, de esos utilizables para arroz chino, lo llevó hasta el baño y lo colocó encima del rollo y presionó hasta que calzó. El roedor daba vueltas como si estuviera en una noria. Pero la tortura no terminó ahí. Por un extremo y con su conocimiento sobre el efecto del vinagre en estos asquerosos animales, le inyectó por un extremo del pote el líquido letal. Luego lo colocó cerca de su cama para observar ese paredón que decidió para el último día de vida del ratón. A la mañana siguiente no era cadáver pero faltaba poco y envolvió su cámara de tortura en una bolsa plástica con un nudo bien hermético. Lo llevó como en procesión al basurero principal y dijo: aquí yace mis días de malestar y madrugada tortuosa. Terminó con la existencia del roedor y se frotó las manos pensando con satisfacción y morbo lo que llegó a "ejecutar" cuando algo proporciona malestar y poca calidad de vida. 🐁⚰️ the end.
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