Puede ser que para el lector de la siguiente reflexión resulte escabroso el título seleccionado. Sin embargo, por las informaciones que día a día se desarrollan en Venezuela, aseveramos que la existencia humana tiene segundos contados entre la vida y la muerte. Difícil para el estoicista, mantenerse firme ante tanta adversidad.
Ciertamente la vida es un regalo dado por Dios, según el libro sagrado; hemos sido salvos por Jesucristo, después de vencer la muerte con su crucifixión y con promesa de vida eterna para los creyentes.
No obstante, el valor de la vida se ha venido a menos en los aciagos tiempos que vivimos de guerras, terrorismo, suplantación de identidad, consumo y comercio de sustancias tóxicas, como también de ideologías que retrasan la evolución mental sana del ser humano.
Venezuela envuelta en la vorágine mundial de hechos y acontecimientos catastróficos, cifra sistemáticamente cargada de sucesos lamentables que conducen a la muerte. Los demonios están despiertos.
El Observatorio Digital de Femicidios de Cepaz informa que en el 2022 hubo 37 femicidios de niñas en Venezuela. También documentó en mujeres 160 femicidios consumados y 93 femicidios en grado de frustración desde el 1° de enero hasta el 31 de julio de 2023.
40.000 niños han cruzado la selva de Darién en primera mitad del año. Sobre todo algunos han muerto con sus padres intentando salir del país buscando mejor forma de vida. Se suma el diabólico negocio de pedofilia y prostitución donde han muerto insuperables cantidades de niños.
El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) ha contabilizado hasta mediados de mayo 2023, 162 suicidios en todo el país y 32 intentos, según registros de medios de comunicación.
Los adultos mayores mueren de hambre en Venezuela, debido al paupérrimo pago de las pensiones.
Venezuela es el país con la tasa de embarazo adolescente más alta de América Latina, según Susany González, directora del Centro de Estudios de Derechos Sexuales y Reproductivos. Indica que las embarazadas mueren en nuestros hospitales debido a las condiciones de salud pública existente. Así como el caso de neonatos fallecidos por las condiciones desfavorables del hospital Doctor Luis Ortega de Porlamar.
A esto se agrega la irreversible muerte de la producción nacional y los servicios básicos, agua, luz, gas. Es una oda a la muerte lenta, pero consistente en la mente del venezolano. Para los que sufren paranoia afirman que las primarias no tienen vida. Se cambia esa sentencia popular de que para estar muerto solamente se necesita estar vivo. Pues no, hace falta cambio espiritual, constitucional y mental para ganar vida. Tenemos que resistir para no ceder a la muerte de Venezuela como país próspero, gente valiosa y capacidad creativa.
susana.morffe@gmail.com
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