Me gusta el mes de enero porque lo sentimos como algo nuevo, el comienzo de algo aún desconocido.
También están implícitos los deseos de cambiar de modo individual y hacer cosas distintas, conocer incluso gente nueva.
Las experiencias del año viejo permite iniciar nuevos proyectos, eliminar errores del pasado y construir, si se puede, nuevas formas de vida.
Enero huele a limpieza, sacudir el moho y reiniciar con ánimos el esplendor de la vida que tenemos por delante.
Dar el primer paso para acabar con la rutina y prepararnos para 11 meses más de mejores y nutritivas historias personales, es una meta sin ningún miedo a los desafíos.
Vamos a empezar a cosechar lo que pensamos, lo que creemos y lo que practicamos para recoger buenos frutos. Cada uno tiene semillas de bondad ocultas, exploradas y otras en reserva.
Creo que con todo el almacén de atributos, podríamos abrir las ventanas de la prosperidad, paz y amor en 2024.
Me provoca añadirle nuevas páginas a mi librito personal y los invito 😉 a
construir el nuevo año.
Si Dios permite, vamos por eso...🥰
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