REBELIÓN EN ÚLTIMA FASE
Susana Morffe
Lo que dejó bien claro la “Gran Toma de Caracas”, es que el pueblo es el poder y con él no puede nadie. La atribución de organización y capacidad de convocatoria no es deleznable a la dirigencia política opositora, pero, otras veces el pueblo no ha respondido de la misma manera. En eso hay que estar claro.
Todas las atribuciones individuales por el éxito de la marcha son abonos a la cuenta, pero lo único y verdadero es que un pueblo con hambre no perdona ni una marcha. Tanto en Caracas como en Nueva Esparta, el pueblo salió a las calles y se expresó claramente con su presencia.
Este sábado 2 de septiembre circuló como una bomba la noticia de la presencia de Maduro en el sector Villa Rosa en la isla de Margarita, en horas de la noche, la población recibió al mandatario con un cacerolazo, quien se refugió en la casa de un chavista luego de atropellar a una anciana al arrebatarle su cacerola. Funcionarios del Sebin penetraron en viviendas humildes, hubo detenciones pero el pueblo no dejó de expresarse.
Lo gracioso, ridículo y despreciable, es dar valor a un comportamiento tan derrotista como la del Vicepresidente del PSUV, sacando fotos de concentraciones viejas para demostrar que aún tienen peso específico en la población, cuya población ellos mismos la han disminuido en peso y talla. Luego el mandatario insuflado frente a la escuálida concentración dijo que lograron frenar el golpe de estado preparado por la derecha. ¡Por favor!, sean alguna vez serios en el poco tiempo que les queda de vida en este régimen con olor a formol.
Hacer llamados a toda una población cuando la misma está siendo gradualmente lesionada en su vida cotidiana, se debe ver en dos aspectos interesantes. Primero, se capta o escucha el clamor de la gente para traducir en un reclamo general las necesidades del pueblo; y en segundo lugar, es una oportunidad estratégica para cualquier político u organización que quiera imponer su statu quo con fines conocidos y no son otros que electorales. El comunicado de la MUD después de la Toma de Caracas fue una gran oportunidad para avanzar en sentido estratégico y lograr el cambio.
Fuera de eso, no hay nada que rebuscar. Los que no lo han hecho bien están catapultados en su desgracia, dando patadas de ahogados.
Es inminente el grito de auxilio del pueblo por un cambio y debe ser traducido por el Poder Electoral como un mandato requerido y establecido en la Constitución venezolana, sin discusión en cualquier parte del mundo eso merece respeto. No en balde los organismos internacionales se han pronunciado a favor del “Gran Referendo Revocatorio” al reconocer que es el camino para la solución de la crisis venezolana y debe tener fecha inmediata.
Los comunistas desde que penetraron en suelo venezolano, hacia los años 60, han vapuleado cualquier precepto constitucional. Eso a Fidel y su combo sí les “sabe a casabe”. Pero en Venezuela, con un sistema democrático, la Constitución es el freno para los desquiciados que quieren imponer sus ideas con fines ya conocidos por todos durante la práctica de los últimos años.
El saqueo de la nación, como lo hicieron en Cuba, por citar al más allegado país verdugo que ha vivido de las riquezas venezolanas, es un paso propio de los malandros agrupados en guerrillas. Lo llaman en sociología, individualidades anomias, fuera del orden y las leyes.
Fuera del orden establecido es la pretensión que impone el mandatario nacional al anunciar el despojo, a través de un decreto, de la inmunidad parlamentaria a los legisladores designados por el pueblo el pasado 6 de diciembre. ¿Quién puede atreverse a dar un paso como ese? Evidentemente que un individuo sin respeto a las normas.
De tal modo salta la pregunta, ¿Estamos o no en un país sin leyes? ¿Hasta cuándo seguirán pisoteando la voluntad del pueblo?
Apuesto por una respuesta afirmativa de todo aquel o aquella que en este momento me está leyendo.
Frente al reconocimiento de estas desviaciones el pueblo venezolano ha demostrado paciencia y tolerancia en momentos tan frágiles y conserva el sagrado derecho de ponerle punto final a este drama nacional. Ya no hay miedo y sobra voluntad para exigir, no el político más popular, que es lo más simple, sino el mejor para gobernar con las mayorías y de igualdad ante la ley, con garantías de libertad. Es lo menos que podemos esperar.
@susanamorffe
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