La doctora Gopi Patel recuerda la impotencia que sintió cuando el hospital Mount Sinai de Nueva York se desbordó con pacientes con COVID-19 en marzo.
La orientación sobre cómo tratar la enfermedad era escasa, y los estudios médicos se realizaban tan rápidamente que no siempre se podía confiar en ellos.
“Uno se siente muy indefenso”, dijo Patel, una médica especialista en enfermedades infecciosas del hospital. “Estoy de pie frente a un paciente, mirándolos como luchan por respirar. ¿Qué puedo darles?”
Si bien todavía no hay una respuesta simple a esa pregunta, mucho ha cambiado en los seis meses desde que un coronavirus completamente nuevo comenzó a recorrer el mundo.
Los médicos dicen que han aprendido lo suficiente sobre el virus altamente contagioso para resolver algunos problemas clave en muchos pacientes. Los cambios podrían traducirse en más vidas salvadas, aunque hay pocos datos concluyentes.
Casi 30 médicos de todo el mundo, desde Nueva Orleans hasta Londres y Dubái, dijeron a Reuters que se sienten más preparados si los casos vuelven a surgir en el otoño boreal.
“Estamos bien posicionados para una segunda ola”, dijo Patel. “Sabemos mucho más”.
Los médicos como Patel ahora tienen:
* Una comprensión más clara de los efectos secundarios de la enfermedad, como la coagulación de la sangre y la insuficiencia renal.
* Más claridad sobre cómo ayudar a los pacientes con problemas para respirar.
* Más información sobre qué medicamentos funcionan para los distintos tipos de pacientes.
También han adquirido nuevas herramientas para ayudar en esta batalla, que incluyen:
* Pruebas generalizadas.
* Nuevos tratamientos prometedores como plasma de personas convalecientes, medicamentos antivirales y esteroides.
* Una serie de investigaciones médicas y evidencia en evolución que los médicos comparten en todas las instituciones y, a veces, entre continentes.
A pesar de un aumento constante en los casos de COVID-19, impulsados en cierta medida por pruebas más amplias, el número de muertes diarias por la enfermedad está disminuyendo en algunos países, incluido Estados Unidos. Los médicos dicen que tienen más confianza en el cuidado de los pacientes que en las caóticas primeras semanas de la pandemia, cuando operaron nada más que con un instinto ciego.
En junio, un promedio de 4.599 personas al día murieron por COVID-19 en todo el mundo, en comparación con las 6.375 por día en abril, según datos de Reuters.
Northwell Health de Nueva York informó una tasa de mortalidad del 21% para los pacientes con COVID-19 ingresados en sus hospitales en marzo. Esa tasa ahora está más cerca del 10%, debido a una combinación de tratamiento precoz y un mejor manejo del paciente, dijo a Reuters el doctor Thomas McGinn, director de los Institutos Feinstein de Investigación Médica de Northwell.
“Creo que todo el mundo está viendo eso”, dijo. “Creo que la gente vendrá antes. Hay un mejor uso de los anticoagulantes y se están sumando muchas cosas pequeñas”.
Incluso los problemas básicos, como la forma de reorganizar el espacio hospitalario para manejar una oleada de pacientes con COVID-19 y asegurar el equipamiento de protección personal (EPP) para los trabajadores médicos, no implican las discusiones alocadas que llevaban mucho tiempo.
“La histeria de quién se encargaría (del personal del hospital) ya no existe”, dijo la doctora Andra Blomkalns, jefa de medicina de emergencia de Stanford Health Care, un hospital de California afiliado a la Universidad de Stanford. “Tenemos un equipo completo cuyo único trabajo es obtener EPP”.
Pero el mundo está lejos de estar a salvo de un virus que continúa avanzando.
Los casos mundiales de coronavirus superaron los 10 millones el domingo según un recuento de Reuters, lo que marca un hito importante en la propagación de la enfermedad que hasta ahora ha causado la muerte de casi medio millón de personas en siete meses.
Estados Unidos sigue siendo el epicentro de la pandemia, y los casos están aumentando a un ritmo alarmante en estados como Arizona, Florida y Texas.
Todavía no existe un tratamiento seguro para la enfermedad causada por el nuevo virus llamada COVID-19, que a menudo comienza como una enfermedad respiratoria pero puede extenderse para atacar órganos como el corazón, el hígado, los riñones o el sistema nervioso central.
Los científicos están al menos a meses de una vacuna que funcione.
Y aunque el conocimiento médico ha mejorado, los médicos continúan enfatizando que la mejor manera para que las personas sobrevivan es evitar la infección, en primer lugar, a través de una buena higiene, cubiertas faciales e interacción grupal limitada.
El doctor Ramanathan Venkiteswaran, director médico de los Hospitales Aster en Emiratos Árabes Unidos, dijo que el COVID-19 probablemente provocará cambios permanentes en la medicina y el público en general en “cosas básicas como distanciamiento social, uso de mascarillas y lavado de manos”.
Fuente: Reuters
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