Susana Morffe
Las comparaciones hacen tanto daño que producen envidia e inseguridad para lograr lo que una persona se propone, sobre todo cuando no hay planes sino improvisaciones.
Son tan escasas las expectativas que tienen los seguidores de la revolución convertida en régimen totalitario, que ahora ellos anhelan la planificada “Toma de Caracas” prevista para el 1° de septiembre, quieren gritar y manifestar el rechazo contundente al “gobierno” de Nicolás, empeñado en parecerse a otros menos a él.
¿Cómo es eso? Lo que replica el mandatario en sus apariciones por los medios de comunicación no es otra cosa que un grito de socorro desesperado frente a su estruendosa caída. A partir de ahí le va creciendo el miedo, la envidia y una gran inseguridad, al advertir que “Erdogan se va a quedar como un niño de pecho si salen a calentar las calles”, burda referencia a la oposición y comparativa del golpe de estado en Turquía.
El mandatario nacional no tiene identidad porque al asumir la presidencia quiso parecerse a su “padre” cuando le dejaba como herencia la presidencia de la república venezolana en momentos del delirio pre mortem, sin testamento o decreto firmado, en su lugar fue una orden del comandante en jefe a su soldado más cercano, pero menos favorecido en capacidad y talento.
Al no contar con las credenciales para semejante responsabilidad, la opción fue imitar a su “padre” en forma, estilo y error, esto último fue lo que ha prevalecido en sus más de tres años frente al parapeto llamado Palacio de Miraflores, donde no salen buenas ideas, sino maltrechos decretos, al garete, para terminar de hundir el país en más pobreza crónica y desolación.
En su desesperada búsqueda de parecerse a alguien y no a él mismo, con carencia de identidad amenaza a casi toda la población venezolana de no salir a la calle el 1° de septiembre porque les puede ocurrir lo que hizo el “capitán del barco turco”, militar al fin, aniquilar a sus detractores para mantenerse en el poder. “Me sabe a casabe lo que diga la OEA”, expresión que usó Maduro para emular a su progenitor.
Dos países distintos, dos situaciones diferentes y dos mandatarios que no coinciden en su rol, uno es civil y el otro militar. Allá un golpe de estado, aquí un derecho constitucional ¿A quién realmente se quiere parecer el mandatario de Venezuela? La avalancha de gente no la puede detener.
Del otro lado de la oposición lo que se evidencia es una legitima protesta para buscar una salida con prontitud, mediante el derecho constitucional del referendo revocatorio para que termine el mandato de Nicolás Maduro, empeñado en parecerse ahora a “San Nicolás” regalando al pueblo dinero sin valor y aumentando enormemente los precios para la adquisición de productos de consumo humano.
Los ciudadanos venezolanos están cansados de tener a un presidente escapista, unas veces aparece convertido en el difunto, con sus acciones y forma de expresarse, desaparece y cuando asoma su voluminosa humanidad es un “redentor” que clama por paz y bienestar para el país. En el estira y encoge la nación se va perdiendo como por un desaguadero.
¿Qué queda de todo esto? Sin duda, un gran cansancio, la pérdida de la identidad nacional, no somos modelo para nadie, sino un país sediento de recoger sus raíces para volver a crecer desde una perspectiva más humana, con visión de futuro y lo más importante, un país que sea conducido por un venezolano capaz que genere confianza.
Fuerza y valentía para un triunfo irreversible.
@susanamorffe
No hay comentarios.:
Publicar un comentario