MÍNIMO CON CEREBROS MÍNIMOS
Susana Morffe
A partir del 1° de noviembre comienza otra nueva etapa económica en Venezuela, la cual se vislumbra por los análisis de los expertos, con una inflación insoportable para un país que ha llegado a su más empobrecida realidad.
En el juego político de poderes se han ensañado con la fragilidad del pueblo, desde el punto de vista de subsistencia humana. El hambre no es un mal, ni es un pecado, es simplemente el desprecio al ser humano en toda su dimensión.
El nuevo aumento del salario mínimo es el cuarto en menos de un año, según el conteo de propios y detractores ¿Han pensado que esto es una consideración para el pueblo unido? Ni los chinos se lo creen, demagógicamente puro cuento para frenar el descontento entre los “beneficiados” y mantenerlos aguantados con el hambre. Equivale a deducir que un salario mínimo de tal valor, es ofrecido por y para lambucios.
De igual modo es explicable que con tres aumentos anteriores el público aplauda la supuesta “benevolencia” del régimen hacia la masa trabajadora y pensionada, colocándolos como los más pobres en la escala económica del orbe; tenemos entonces que deducir, escatológicamente, que se trata de un pueblo lambucio, conformista de migajas, mientras que el grueso del precario Producto Interno Bruto, si eso existe en el sistema, se lo tragan los corruptos, siendo estos los verdaderos PIB.
Venezuela es un desastre de país por donde quieran mirarlo. Si no se aprendió con tres intentos anteriores, elevando “calidad de vida” con el salario impuesto, con este cuarto se podrá esperar otro porque no hay quinto malo ¿Será posible que lleguemos a ese nivel?
Si llegara a pasar, entenderemos que el salario mínimo venezolano se ha creado por y para cerebros mínimos. De personas que se acostumbraron a seguir siendo pobres. De venezolanos que no les importa formarse en una cola para comprar los productos que escasean o en su defecto otros que son incomprables.
Es vergonzoso asumir tener mucho dinero con poco valor para no poder comprar nada. Utilizaremos en poco tiempo una carretilla de dinero depreciado.
Crean o no, el salario mínimo se convirtió en una estrategia, de antes y ahora, para sujetar a la masa trabajadora y pensionada. El experimento no debería seguir dando resultados favorables al régimen, porque la experiencia no ha sido favorable para nadie y mucho menos enriquecedora para optimizar la vida de los venezolanos.
Si en sus cuatros aumentos el régimen se ufana de corregir las fallas de la supuesta “guerra económica”, me atrevo a creer que los soñadores han ido despertando y no se comen el cuento de una vida de calidad con un salario mínimo de muertos de hambre.
De cierto es que la supuesta “guerra económica” sí existe, no es supuesta sino fielmente planificada y controlada para obtener los resultados que tenemos actualmente. Un país arrodillado y a la vez perplejo por la cantidad de dinero devengado, sin lograr nada sustancial para mejorar la condición humana.
Aduzco que no hará falta un “quinto malo” porque ya habremos salido de esta pesadilla, cada uno habrá completado su lección o master en economía para dejar de ser venezolanos que viven de un salario mínimo por tener un mínimo de cerebro.
@susanamorffe
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